Acapulco (México) - Los huracanes golpean sin previo aviso, llegan y se van dejando tras de sí una devastación inimaginable. Destrozan vidas, destruyen hogares y borran recuerdos, dejando a los afectados con cicatrices duraderas. Estas tormentas se lo llevan todo, excepto la voluntad de sobrevivir. Personas como Elizabeth y Moisés, que ahora viven en una casa a medio construir, resumen su calvario en una sola frase: «Afortunadamente, aún estamos aquí para contar nuestra historia». 

Villa Guerrero es uno de los barrios montañosos de la ciudad de Acapulco, una de las zonas más populares del sur de México. En este suburbio, en una casa con paredes de madera y barro, Elizabeth y Moisés, junto con tres de sus cuatro hijos, vivieron tranquilos hasta el 24 de octubre de 2023. Ese día todo cambió. Estaban avisados, pero nada podía haberles preparado para la devastación que desató el huracán «Otis»

«Estábamos en casa; de hecho, estábamos tumbados cuando empezó. De repente se fue la luz y empezó a soplar el viento», cuenta Elizabeth. 

La casa, como muchas del barrio, ya era precaria y se volvió insegura en cuestión de minutos. El tejado metálico de la casa de un vecino había chocado con el suyo. 

Edificio destruido por el huracán Otis en Acapulco

Fue Elizabeth quien tomó la decisión cuando los postes de la casa empezaron a tronar. «Estábamos desesperados. Yo estaba con mis hijas, mis hijos y él también. Salimos como pudimos y nos refugiamos en la casa de un vecino, que es de hormigón», explica. 

Con profunda tristeza, la familia presenció cómo la casa que había sido su hogar durante casi 20 años se hacía pedazos. Esa noche, un vecino les dio cobijo en su casa hasta que pasó la tormenta. 

Un descanso del desastre 

Tras el paso del huracán “Otis”, la OIM en México, en colaboración con las autoridades locales, proporcionó alojamiento temporal a los afectados, entre ellos Elizabeth y su familia, mientras trabajan para reconstruir sus vidas. Este apoyo vital para los migrantes y desplazados durante emergencias y crisis en todo el mundo es posible gracias a la asociación de la OIM con Airbnb.org

Cuatro semanas después, Moisés empezó a reconstruir su casa, levantando paredes sólidas y un tejado. Vecinos y amigos le ayudaron. «Trabajábamos hasta los domingos, dedicaba todo mi tiempo a mi casa», recuerda Moisés.  

«Los domingos estaba allí arriba (trabajando). Dedicaba todo mi tiempo a trabajar en mi casa. Pude terminar las paredes, y todavía queda un poco, pero es menos», dice. 

Muchas familias como la de Elizabeth han recibido ayuda del programa Airbnb.org. «Tener un lugar donde quedarnos durante un mes nos dio un respiro del desastre. Fue un alivio temporal», cuenta Elizabeth.  

Para Moisés, el huracán Otis dejó tras de sí devastación, pero también profundas lecciones de vida: «Ahora estamos bien, pero mañana, ¿quién sabe? Todo puede destruirse en un instante». 

Nos explicó que el huracán Otis dejó tras de sí devastación, pero también profundas lecciones de vida: «Ahora estamos bien, pero mañana, ¿quién sabe? Todo se puede destruir en un instante». 

moisés y elizabeth en el cuarto

Esta historia fue escrita por Alberto Cabezas, Oficial de Comunicación, OIM México.  

Fotografías: Karla García/OIM México 

 

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