Historia
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  • Karla García Conde | Asistente de Comunicación Audiovisual - OIM México
  • Alberto Cabezas | Coordinador de Comunicación.

Ciudad de México – Si hubiera que describir en una palabra el carácter de Catalina elegiría “tenacidad”. Casi nueve años ha tardado esta mujer migrante nicaragüense de 52 años en acceder a un empleo formal en México tras tener que pasar por numerosos empleos donde enfrentó engaños y explotación.

“Yo siempre he dicho que estar regularizado te abre muchas puertas”, explica Catalina en una entrevista ofrecida a pocos días de que se celebre el Día Internacional de la Mujer 2025, con el agradecimiento de quien está instalada por fin en un trabajo formal.

Su trayectoria laboral comienza a los 16 años en Nicaragua, pero su condición de mujer migrante la llevó a otros países como Costa Rica, y finalmente a México. Entró en 2016 por la frontera sur, con una visa y una pareja mexicana con quien tenía un hijo y de quien luego se separó.

Catalina tardó nueve años en acceder a un empleo formal en México. © OIM México/Karla García Conde.

Llegar e invocar su derecho a la regularización por vínculo familiar permitió a Catalina empezar a tramitar sus documentos y lograr una residencia temporal que, en 2019, pasaría a ser permanente.

En sus primeros años le pagaron, en el mejor de los casos, “en bolsitas engrapadas”, y en el peor, con falsas promesas. Relata cómo le prometían un salario y le pagaban al fin de la semana o de la quincena otra inferior, muy distinta a la apalabrada, por lo que cosechó una decepción tras otra. Sin embargo, Catalina no perdió su objetivo: acceder a un trabajo digno que reconociera sus capacidades.

"El aporte que me dio la OIM fue que me abrió puertas. Ahí ya me empezaron a hablar y a decir de los programas (de inserción laboral, sociales). Era lo que yo no sabía”, explica Catalina.

Hubo personas que fueron solidarias y generosas con Catalina, quien ha trabajado de lavandera, cuidadora de personas mayores, de vendedora, limpiadora, cocinera. Por todo eso, pasó sin pena y en el recuerdo no hay reproche ni arrepentimiento. Todo la ayudó a ser cada vez más consciente de que ser mujer extranjera en México, y antes en Costa Rica, la estaba poniendo en una situación que había que cambiar.

GIRO HACIA LA FORMALIDAD

El 4 de diciembre de 2024 Catalina se acercó a una Feria del Empleo convocada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM/ONU Migración) en la capital mexicana. La agencia buscaba acercar a personas migrantes a las vacantes que ofertaban empresas del sector privado.

Esta población que en los últimos años suma decenas de miles de personas en México, y que cada vez más considera convertir al país en su destino final.

“El aporte que me dio la OIM fue que me abrió puertas. Ahí ya me empezaron a hablar y a decir de los programas (de inserción laboral, sociales). Era lo que yo no sabía”, explica Catalina.

Cambios en políticas migratorias en Estados Unidos, destino tradicional de la migración centro y sudamericana por el continente, han convertido a México en una alternativa para quienes migran.

La OIM considera que la migración por medio de vías regulares tiene un potencial extraordinario para impulsar el desarrollo sostenible en el mundo. Tiene el poder de transformar las vidas de las personas, de sus familias y comunidades, y de las sociedades para mejor.

La historia de esta mujer nicaragüense es un ejemplo de perseverancia. Decidida a regularizar su situación migratoria, invirtió tiempo y recursos en costosos trámites ante el Instituto Nacional de Migración (INM). A pesar de los obstáculos, no se rindió. En 2019, buscó apoyo en la entonces Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la Ciudad de México (SIBISO), ahora Secretaría de Bienestar e Igualdad Social (SEBIEN).

Su esfuerzo rindió frutos: gracias a la coordinación entre esta institución y la OIM, finalmente tuvo acceso a una oferta de empleo formal, abriendo una nueva etapa en su vida.

Yo me siento más mexicana que nicaragüense. Yo nunca tuve un ‘sueño americano’, jamás en mi vida. Yo venía a México, no iba a los Estados Unidos. Inclusive tengo mucha gente, muchos de mis primos que están en EE. UU. y me decían, ¡vente! Y yo les decía ‘no, porque yo aquí estoy bien’”.

Catalina asistió a una Feria de Empleo en diciembre y entró en una bolsa de trabajo para un empleo formal. © OIM México/Karla García Conde

Casos como el de Catalina reflejan los avances en un país donde en los últimos años los flujos de personas migrantes se han intensificado y donde el 75% de los empresarios afirma tener dificultades para encontrar personas trabajadoras.

Según Catalina, transporte, prestaciones, paga extra, acceso a la Seguridad Social, un seguro de vida y un sueldo fijo son las recompensas que tiene tras lograr un empleo en la economía formal.

“Yo me siento muy, muy, muy arraigada acá, y no pienso irme”, asegura. Durante la conversación desea que su experiencia se conozca y trascienda para que otras personas migrantes varadas en México opten por buscar el modo de establecerse y salir de la economía informal que tanto las castiga.

“Aquí ya tengo a mi hijo, ya está grande (21 años), tiene todos sus papeles. Yo ya tengo los míos, puedo trabajar donde quiera y hacer lo que quiera. Aquí es como si fuera mi país, como si yo estuviera en Nicaragua. Así me siento”, concluye.

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