Una señal de alto en un semáforo de una calle de #Tijuana permitió que el espejo retrovisor del auto del pastor José Antonio Altamirano reflejara a una pareja haitiana con un bebé. “Eran las cinco de la tarde, buscaban información en una oficina de migración que ya estaba cerrada. No pude escuchar lo que decían, solo pude leer la desesperación en su rostro”, cuenta.   

En compañía de su esposa, Adriana Reyes, decidieron pedir ayuda a la comunidad de la Iglesia para albergar a quince personas haitianas. En una semana se convirtieron en cuarenta. Poco a poco la comunidad donó despensas, cobijas y colchonetas, éstas últimas con ayuda de la #OIMMéxico.  

El pastor no imaginó que la Iglesia pronto se convertiría en el albergue Camino de Salvación con la llegada de los grandes grupos de personas migrando en caravanas a fines de 2018. Las decenas de personas se convirtieron en 1.800 migrantes atendidos desde aquel año hasta finales de 2020.   

Su último proyecto fue una biblioteca para el albergue equipada con un módem donado por #OIMMéxico: “Ha sido de gran ayuda. Este espacio se aprovecha aún más con la pandemia, es una oportunidad para que continúen aprendiendo” las niñas y niños migrantes que pasan por el albergue, asegura el pastor.  

#ItTakesACommunity

 

Texto y fotos: Laura Cabello