Ciudad Juárez – La buena voluntad es aquella que nos permite querer hacer cosas por los demás y nace con el deseo de crear algo por un bien común. “Crear” es un verbo que Samuel Kishi conjuga a través del corazón y la lente de una cámara. Ahí él se convierte en un nosotros para retratar a una comunidad.  

“Quiero ayudar, he leído las historias que han publicado y sé que hay mucho por hacer”, me dijo hace ya algún tiempo por teléfono. Con la firme idea de narrar historias que sean un motor que genere empatía, tomó su cámara y viajó con nosotros a Ciudad Juárez, Chihuahua.

El Embajador de Buena Voluntad de la #OIMMéxico visitó algunos albergues para personas migrantes con los que colaboramos. Conversó con las personas que los administran, conoció su trayectoria y los obstáculos que han tenido que superar para poder ayudar a miles de personas que han tenido necesidad de migrar. El albergue San Matías fue una gran sorpresa para Samuel. Su director, el padre Héctor Trejo, lo recibió para contarle su proyecto de sustentabilidad que incluye: uso de energía solar, una granja orgánica, y un criadero de truchas tilapia. “Me gusta mucho su proyecto, no sabe lo preocupado que estoy por el medio ambiente”, le compartió Samuel, a quien le encantaría algún día contar la historia que hay tras ese proyecto .

Las tardes estuvieron dedicadas a conocer y a entrevistar a nuestro personal en Ciudad Juárez. Cada día un experto o experta compartió con él la labor de la OIM, unas veces en la oficina, otras en nuestro auto oficial con un café en mano.  

Los silencios llegaron y no fueron producto de las jornadas de trece horas de labor con los equipos de campo: “Disculpa que esté callado, estoy pensando cómo podemos hacer para ayudar a los niños y niñas que vimos hoy ¿Qué más podemos hacer? (…) Puedo donar clases de actuación, son muy buenas para desarrollar habilidades, y además pueden ser terapéuticas (…) ¿Por qué no organizamos una tarde de cine?”, compartió.  

Termina esta salida con mil ideas que si pudieran materializarse mejoraría el día a día de las personas que transitan por nuestro país. Ese es Samuel Kishi.

Tal vez la mejor historia que se lleve de esta salida sea aquella en la que conoció a Luis, un niño hondureño que viajaba en compañía de su papá, y que solicitaron el apoyo de #OIMMéxico para regresar a su país para reunirse con su familia.

Mientras esperaban en el aeropuerto Luis y Samuel se hicieron amigos, jugaron piedra, papel o tijera y organizaron un pequeño torneo con el resto del staff. Antes de partir, el embajador sentó a Luis en la banca y le ató los cordones de un zapato cansado de tanto andar: “A veces es lo que más recuerdas cuando eres niño, que alguien te ayudó a atar tus agujetas”, me decía Samuel mientras ambos agitaban su mano para decirse adiós.

 

Texto y foto: Laura Cabello

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES