Una pequeña maleta, una sonrisa y el alma llena de esperanza, es todo lo que necesita la señora López (nombre ficticio) para iniciar una nueva vida.

La búsqueda de asilo en Estados Unidos comenzó hace once meses. Varada por la pandemia, convirtió al Centro Integrador para el Migrante de #Tijuana en su nuevo hogar.

Hace cinco meses tuve la oportunidad de conocer a la señora López. Amable, con voz firme y muy clara en su palabra me dijo: “mi gran sueño es llegar a la Gran Manzana. Mis sueños no han salido de mí para hacerse realidad, pero siguen ahí”, cuenta a la #OIM.

Hoy nos volvemos a encontrar vía telefónica. Me toma una de sus últimas llamadas desde México. Amable, cercana a pesar de todo, contesta:”¡Hola! ¿Cómo está?”. Conversamos como viejas amigas.

“Estoy feliz, es una alegría que no puedo describir con palabras. Aunque tengo sentimientos encontrados, después de once meses hice una familia en el Centro Integrador, así que también siento nostalgia porque me despido de gente que quiero. Siempre nos trataron muy bien”, cuenta esta mujer migrante.

El aviso de su partida días después de que se haya anunciado el final del Programa de Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, siglas en inglés) fue una sorpresa que recibió del equipo de la #OIMMéxico. La señora López está inmensamente agradecida con la Organización: “se han preocupado por nosotros sin conocernos, no se imaginan lo que significa para nosotros”, solloza, más por el pasado que por el porvenir.

Para la #OIM la movilidad es un derecho humano. Hoy es una realidad para esta mujer migrante centroamericana.

 

Texto: Laura Cabello

Foto: Daniel Flores